martes, 4 de enero de 2011

El Desierto De La Soledad.

Atravesando el desierto de la soledad me di cuenta de que la intensidad del sol y del calor era mucho más fuerte de lo que jamás hubiera imaginado, sin embargo la sensación temblorosa de un cuerpo a punto de darse por vencido me hizo recordar todo aquello de lo que me había mofado. Los defectos, las deficiencias y los errores de las personas que conocí, de los sistemas que traté, que operé y que muchas veces fallé, la blasfemia, la burla para el desconocido que me hacía sentir mejor, las mujeres que engañé, usé y dejé y más aún… recordé las miles de cervezas heladas que me había tomado para no terminar atacándome a mi mismo.

Algo sucedió aquella mañana caliente de julio en la que mire al espejo y me di cuenta de que el que se reflejaba era un desconocido que algún día llegué a conocer, ¿vaya juego ridículo de palabras, no?

Tratar de salir del desierto me costaría bastante y en el fondo no estaba seguro si quería hacerlo. El sufrimiento causado por el cansancio, insolación y deshidratación me hacían sentir más vivo que nunca. Ver como mi piel se empezaba a perder, sentir como los ojos se me cerraban y oler el tostado de mi propio cráneo me daba una sensación enferma de orgasmo artificial que no podía desprender de mi absurdo pensamiento. ¿Es que acaso estoy empezando a disfrutar de mi propia perdición?

El desierto de la soledad no es más que un amigo que te invita a la reflexión y autodestrucción cuando se ha hecho demasiado tarde.

Hawaii & Mas