miércoles, 1 de septiembre de 2010

A Nadie Le Gustan Los Payasos A Medianoche.

Cuando la magia del universo circundante en complicidad con nuestro cerebro se pone de acuerdo, suelen ocurrir cosas completamente fuera de lo que conocemos como "normalidad" y de esta forma alterar nuestra vida, forma de ver las cosas, sentirlas y hasta de disfrutarlas.

A Nadie Le Gustan Los Payasos A Medianoche.

Al salir del bar sólo veía y escuchaba lo de costumbre: borrachos tirados en el piso, putas, gritos, basura, humo, la única y especial luz mortecina que lo acompaña, entre otras cosas. Luego de beber lo que me advirtieron nunca bebiera creo que la Serotonina comienza a jugar muy bien su juego y el extraño payaso de ojos rojos se asoma por primera vez a la vuelta de la esquina. "No importa, ya pasará, el payasito juguetón dejará de existir en un momento".

Para mi sorpresa me siguío acompañando a casa, acechandome a cada paso y "escondiendose" cada que volteaba hacia atrás; el hecho de no estar seguro de si me encontraba en la realidad o en la dimensión adyacente me hizo preocuparme. A veces se escuchaban gruñidos como de perro enfermo, otras una especie de chillido como el de una mujer en un manicomio que siente es consumida por las llamas. Nadie, nadie más se encontraba en el camino, sólo yo y el payaso, sólo el payaso y yo.

Vivir una nueva experiencia siempre me ha resultado algo divertido y hasta cierto punto, "conmovedor", JÁ. Pero el payaso ya estaba comenzando a hastiarme, varias veces le había pedido que se largara, pero no fue hasta que le tiré una piedra cuando sonrió por primera vez: tenía 6 colmillos y le faltaban un diente. El escalofrio que recorrio mi cuerpo fue casi sexual y el miedo dobló mis piernas... "Vamos, loco, vamos... no es más que otro de tus alucines, solo que ésta vez parece mucho más real, ha durado más y es todo un mal viaje". A correr se ha dicho, jajaja... Al fin diviso mi casa, está a apenas media cuadra y aunque me parezca eterna y casi imposible meter la llave en la cerradura logro entrar y encerrarme (es acaso esta la solución?).

El silencio es tranquilizante, el canto de los grillos me hace proferir un suspiro y camino lentamente hacía mi cama, me quitó las botas y me acuesto vestido. Los tragos y lo que me advirtieron jamás bebiera me tienen aturdido, estoy cansado y sin más; me duermo.

Aproximadamente a las 4 de la mañana (cómo lo sé si no tenía noción del tiempo) se escucha una carcajada de dos voces al mismo tiempo y un mismo emisor, ahi está Él, está a dos pasos de la cama con un ojo blanco y el otro gris, ahora son 10 colmillos en vez de seis, no se acerca, no me ataca, no dice nada... sólo rie y así sigue por el resto de la noche, yo estoy inmobilizado.

Pasan los días y sigo visitando el mismo bar, ya no tomo lo que me advirtieron que jamás tomara, el Payaso sigue ahi, el Payaso jamás se va... y de algo estoy seguro: A Nadie Le Gustan Los Payasos A Medianoche.

Hawaii & Mas