Caminé sobre la luna...

Caminé sobre la navaja de la luna. A pasos largos logré llegar al extremo de arriba y colgarme para tratar de voltearla, intentarlo abrio llagas en mi corazón pero mi sonrisa se incremento proporcionalmente al tiempo que las lágrimas brotaban de mis ojos, recorrían mis mejillas y seguían deslizandose por mi cuello hasta casi llegar al pecho.

Fue al mirarme en el espejo de la realidad cuando me di cuenta de que estoy loco, de que mi cerebro no es igual al de los demás y que los ignorantes que ignoran la ignorancia sufren menos de crisis internas que aquellos quienes tratamos de colgarnos de la luna para voltearla sabiendo que es algo imposible. Al menos para alguien como yo, un simple mortal que se quiere sentir un dios de tanto en tanto.

Resbalar con los fluidos desechados de mi personalidad ahora extinta me hacen querer beber del rio oscuro y ahogarme en lo amargo de su sabor; las flores son para la gente tonta, el rio oscuro es para la gente sin esperanza.

Dudar me hace permanecer constante en la búsqueda del punto frágil de la hermosa luna y aunque siga llorando mientras sonrio, no quiero darme por vencido. El rio sería la última opción, y cuando digo última... es porque realmente sería la ÚLTIMA.