Aunque me gusta todo de ella, fijarme en sus manos es de mis actividades favoritas. Tomarlas, acariciarlas y besarlas de tanto en tanto... Las manitas suaves de Sara me hacen ver al mundo como algo sencillo y mágico, sus manitas me hacen ver a la vida con optimismo y placer.
La primera vez que tomé sus manos se iluminó mi mente, cada uno de los rincones de mi cerebro jugó con las luces y la electricidad llegó a cada una de las neuronas, no sé qué tienen las manos de Sara que me hacen ser feliz pero la verdad no quiero cuestionarme mucho al respecto. Sus manitas van más allá de cualquier obra de arte que haya contemplado, más allá de cualquier viaje que haya tomado, más allá de la realidad insípida que acostumbraba vivir...
Sara sabe cuánto amo sus pequeñas manos y por tanto sabe cuanto la amo a ella.