Se dice que la paciencia es una virtud y más allá de beneficiar a otras personas al no mostrarte intolerante creo que el verdadero regalo que nos da el ser pacientes es tener cierto grado de paz con nosotros mismos y no arruinarnos las venas al hervir la sangre cuando no se puede hacer más o no vale la pena provocarnos algún aneurisma por alguna babosada de las que se supone uno se acostumbra a vivir.
Hace apenas un par de horas (si es que estás leyendo esto a la 1:05 pm del lunes 21 de mayo del 2012) tuve que hacer uso de mi ser paciente, porque, aunque se trató de una babosada, las babosadas de gran magnitud suelen afectar nuestro humor. El estampado de mi camiseta suele llamar la atención a aquellos fans, así como aquellos habladores que dicen conocer de bandas pues aunque ya haga bastante calor, mi camiseta negra incluye a Led Zeppelin como principal y único tema. Iba yo en el Línea 12 (SUBA o BAJA) rumbo a mi casa cuando se sube un morrillo con una guitarra acústica, al parecer de unos 13 o máximo 14 años (aunque podría tener 30 y compartir el secreto de parecer unos 15 años más joven como el Otto)... camina, observa mi camiseta y espero su comentario, no necesariamente un buen comentario, pero un comentario y me dice "chingón... Led Zeppelin", volteo y le digo "simón, te gusta?" "Sí me gusta aunque me gusta más Mago de Oz".
Como si hubiese salido de mi cuerpo a 4 kilómetros hacía el cielo pude escuchar mi propio cráneo explotar y ver sus restos convertirse en mierda esparciéndose por todo el camión y después evaporarse para matar a todos los presentes como si fuera un veneno salido del mismísimo infierno. Luego de doblarme por dentro, cerrar los ojos por unos segundos y acelerar el flujo de mi sangre, traté de calmarme y recordar que los pubertos no saben de rock, que más aún, los pubertos que creen saber de rock parecen planear las palabras exactas para convertirte en un simio dopado con antipresivos, recordar que no importa si cometió un error, recordar que no soy el único al que puede decirle ese tipo de pendejadas sin tener realmente la intención de provocarme varias embolias consecutivas. Pregunté... "Mago de Oz?", sonreí y lentamente traté de vaciar mi cerebro para luego llenarlo de aire y volver a cualquier realidad en la que me encontraba antes de su breve pero fulminante aparición.