- "¿Y por qué no?" - le dije, - "Después de todo nadie nos ve..."
Llenó sus pulmones de aire y se zambulló mientras me quedaba con medio cuerpo dentro del mar y los cangrejitos que te suelen morder los pies se quedaron a años luz de hacerme sentir aquellos cosquilleos y ganas de soltar una carcajada con aquello que ella hacía tan bien.
El problema es que sí nos veían. Él nos veía y a la par se calentaba con nosotros pero lo hacía con odio, envidiándonos el hecho de tener alma, envidiándonos el hecho de ser capaces de disfrutar de la carne, mas también hervía de regocijo sabiendo que a continuación la tierra nos comería, la suave arena que pisaba con aquel desdén no sería más que brasas ardientes y nuestros pulmones se llenarían con un hedor sobrenatural desconocido para cualquier ser de este desperfecto pero bellísimo mundo.
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Quizás Él nos buscó o nosotros estuvimos en el lugar equivocado, eso no importa, lo que importa es que logramos encabronarlo tanto que, en vez de provocar guerras, crear algún virus que haga parecer al SIDA o al cáncer una simple gripita, de drogar niños, de asesinar bebés o llenar de tragedia a cualquier persona feliz de estar viva, se ensañó Conmigo. Con ella. Con Ambos...
¿Por qué el Diablo se ha enojado tanto? De parecerme un minotauro ahora se ha convertido en una gigantesca masa de un enorme costado manchado de purpura que supongo jamás descifraré, el único agujero en su rostro de dimensiones absurdas la juega de boca y de ojo al mismo tiempo, alguna especie de espiral sanguinolenta a la que le brotan no colmillos ni dientes sino navajas y clavos oxidados (se me viene a la mente que quizás algunos de esos clavos formaron parte de una cruz hace algún par de miles de años).
¿Qué piensa hacer eso (acaso ya no es el Diablo) con nosotros?
Ella se ve hermosa con su cabello largo y mojado, con sus ojos grandes y oscuros clavados en la bestia, con su boquita roja que no sabe si gritar o mantenerse callada y ese traje de baño púrpura que ha sido participé de mis sueños más vívidos. Noto su belleza pese a saber que quizás ya estamos muertos (no, sé que no lo estamos). No tengo miedo pero sé que mi rostro dice lo contrario, no tengo miedo pero siento que tiemblo y frío... frío no hace... Eso no es un gusano ni tampoco un cienpies, llega a parecer una serpiente pero las serpientes no tienen patas, no sé qué es, sólo desearía haber contemplado el atardecer tomado de la mano de Ella y utilizando la otra mano libre para empinarme de una cerveza. Desearía no haber hecho enojar al Diablo por lo que hacíamos o pretendíamos hacer.
O quizás... sólo quizás... se enojó tanto por vernos felices. Plena, sana y libremente felices. Puramente contentos, sin pensar en el mañana ni en el ayer; cosa que supongo el Diablo no puede hacer.
¿Y ahora?