Me invitaron a una fiesta de Márfil. Las fiestas de Márfil suelen ser algo extrañas y con olor a museo (no sé por qué, nadie sabe por qué), resulta que para las fiestas de Márfil tienes que estar preparado tanto psicológica como físicamente, la prueba a la que se es sometido no es para cualquier persona: los colores se intensifican, el vientre se pone duro y la cabeza se llena de helio. Yo estaba temiendo que me invitaran a ese tipo de fiesta en especial, en la cuál cada uno crea su universo y destruye todos los demás que desee siempre y cuando sean ajenos a los de los presentes, he ahi la diversión y la barrera del respeto que no se rompe.Luego de que mi mente y espiritu fueron puestos a prueba por un prolongado tiempo intenté con toda mi alma no desconectarme, pero el hilo que me me unía con lo que quedaba de realidad era más delgado de lo que se pueden imaginar; de esta forma, sin poder despedirme, me fui... uno, dos, tres: ..........
Aparezco y todo es blanco. Desaparezco y todo es blanco, despues la luz se descompone y los colores del arcoiris se multiplican, creo nunca haber visto algo semejante pero no es eso lo que me asombra, lo que me asombra es que no siento mi cuerpo pero sí siento la diversión de existir. Busco salida al nuevo lugar en el que he aparecido, mis ojos giran independientes como los de un camaleón para optimizar la búsqueda pero no encuentro respuestas con la vista. Entonces uno mis párpados y un mapa infinito de coordenadas absurdas se dibuja en mi mente para ser borrado a continuación con el saludo de una voz extraña, nunca semejante a la normalidad de las voces promedio.
Sí, no sé cómo lo supe pero el de la voz es San Pedro, sí, el ya tan afamado viejo que tiene callos en los pies por estar siempre parado frente a las puertas del Cielo, o del universo o de otra dimensión como lo quieran ver, es Él; Él se rie de mi al notar mi confusión, mi tan notable confusión. Lo único que quiero de él es la respuesta a una pregunta sencilla "dónde está la puerta para volver a mi fiesta de Márfil" - Para entonces mis amigos ya deben de extrañar mi ausencia - Aún no formulaba mi pregunta cuando San Pedro enunció: "Existen muchas puertas".
Mi garganta se secó, no es que me impactara lo que Él había dicho, es que ya habían pasado algunos minutos (quizás horas o días) desde mi última cerveza en la fiesta de Márfil. Me acerqué a él y arranqué uno de los vellos de sus pobladas cejas, supusé que ella me diría cuál de todas las puertas (que para entonces ya habían aparecido en todas direcciones) debería de tomar pero no lo hizo; a esto San Pedro reaccionó con una patada en mi rodilla derecha... - No sabía que el viejo golpeara tan fuerte...
Me dieron unas infinitas ganas de lanzarme contra él y golpearlo con todas las fuerzas que me quedaban pero si hacía esto era probable que jamás volviera a la fiesta de Márfil, por esto, y por la flojera de derrochar energía física, preferí empuñar los labios y dejar que el dolor de mi rodilla cediera.
No sé si a San Pedro le dio lástima que me sangraran ambos ojos y que de las orejas colgaran grandes trozos de carne echa pedazos, pero fue entonces cuando apuntó con sus dedos larguiruchos, los cuales tenían grandes uñas amarillas, hacía una de las puertas. Me arrastré hasta allá, haciendo de cada centimetro de camino una distancia interminable por mi ahora tan agonizada rodilla echa añicos gracias al golpecito que había parecido no tener tanta importancia anteriormente. Logré llegar...
Desperté de nuevo en la fiesta de Márfil, el helio ya se había evaporado de mi cabeza, los colores eran de nuevo pálidos y mi vientre relajado. Mi cuerpo volvía a ser el mismo. La fiesta volvio y por más que intenté, no volví a ver a San Pedro y sus canosas cejas.
Abusados...
Los saluda: El Cristal...
