El bebé que llora casi moja mis mejillas con sus lágrimas y a la vez su llanto parece provenir desde la habitación contigua, pero no, mi querida mente perturbada, el bebé que llora está a escasos metros de ti sin que sus reclamos sean atenuados por ninguna pared "real", al tiempo que me da un vuelco el estómago y vomito la escasa comida consumida durante días anteriores, mis manos se tornan violetas y el corazón late al ritmo de "Strange face of love"... Al parecer el bebé no es un fantasma ni mucho menos otro de mis pequeños e insignificantes alucines, ese niño recién salido del vientre de algún demonio está aquí para hacerme ver (o acaso dejar de ver?) muchas de las cosas que creía ciertas y necesarias.
Su carne delicada y sensualmente exquisita se burla de mi haciéndome notar los golpes del tiempo y de sus desgracias, quizás la desgracia más grande que se le pueda adjudicar al alma de un hombre es que -nada- haya pasado. Y sí... la criaturita sabe qué cosas hacerme recordar para sacudir lo que queda de mis neuronas atiborradas de drogas nuevas para la raza humana, su llanto no cesa así como tampoco mis lágrimas ni la risa de aquellos que creía se habían ido mucho tiempo atrás; la habitación está llena de gente mofándose cuando hace apenas unos segundos (o serán minutos, horas, días, meses?) estaba vacía exceptuando al bello macabro infante y sus burlona mirada.
Te quiero, pequeño... aunque me causes un escozor en el órgano cardíaco. Amo cada fibra de tu majestuoso ser... Abrázame, demonio... abrázame antes de que desaparezca sin avisarte...