lunes, 26 de abril de 2010
La naturalidad, sencillez y tremendo placer de la tranquilidad.
Estaba yo acostado hace un par de noches cuando se acercó un hada y con ojos curiosos me preguntó: ¿En qué piensas, Cristal? Estuve a punto de decirle que se me había olvidado en qué estaba pensando y ahora me enfocaba en imaginar su figura torneada y piel exquisitamente suave debajo de ese enorme vestido que suelen usar las hadas y en el cómo sería estar con una mujer de pequeñas alitas y cabello rubio que siempre sostiene una varita mágica con la cuál puede hacer lo que le plazca; pero opté por comentarle mi segundo pensamiento el cuál ya había vuelto a mi mente, pensaba en la naturalidad, sencillez y tremendo placer de la tranquilidad.
Creo que después de los placeres que se van experimentando con el paso de los años, pocas cosas llegan a estar a la altura de estar tranquilo, llevandote la vida a gusto, no porque seas un webón, sino porque sabes qué es lo que te puede alterar, qué cosas no y cuales valen la pena para dedicar un poco de tu cerebro entumido por tantos problemas y cosas que hacer. Vivimos rápido y en ciertas ocasiones no nos detenemos a disfrutar de estar tranquilos y "con vida" y yo aseguro que llevarsela calmada tiene sus recompensas.
Luego de terminar mi palabrería, el hada optó por despojarse de sus ropas y pasar un agradable rato con un mortal. Qué cosas...
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